Alta en sòcols de roca groguinosos
et miro encastellada sobre el mar
-mar que guareix, per jove, tota nafra,
i et somriu engrescat amb tots el vents-
des d’un tossal de glauques oliveres
i de púnica escorça cavernosa
de tombes, oh ciutat edificada
en vint-i-set centúries de fonaments, que aixeques
les teves cases blanques, jardins, escales, torres,
damunt una armadura molts de cops renovada,
i a la talaia del teu cel t’eleves
per esguardar un fragment d’aquest planeta:
els teus puigs, el teu mar. Dreta i quieta,
mentre llisquen ventades, ones, núvols.
POEMES MEDITERRANIS. Noviembre 1943 – Septiembre 1944.
martes, 30 de septiembre de 2008
Eivissa davant els ulls...
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9/30/2008
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sábado, 20 de septiembre de 2008
EL MAR.
Si els braços maternals em bressolaven,
ens gronxava un bressol més espaiós,
a mi i a l’abraçada, el fidel braç del mar
que a aquests penyals i arenes es cenyia.
Ja el primer dia, entorn, familiar,
Jo no vaig sentir mai per primer cop
el llaç que al mar em lliga. Jo creixia a la falda
del mar, i amb els meus ulls creixia la blavor.
El mar obria l`horitzó insular.
Cercle de vastituds amb calmes o tempestes,
pels seus lloms de cristall llisca el vaixel,
hi avia el pensament la seva vela.
La meva solitud la del mar necessita,
unides en la llarga tremolor d’un deixant.
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9/20/2008
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LA CALLE NUEVA
Calles viejas con nuevos habitadores. Plazuelas que en pocos decenios mudaron de vecinos. Entre las piedras permanentes viene y se aleja la vida. Nuestro barrio, tan íntimo, tan conocido, parece mantenerla algún tiempo incolume…
… Vamos llamando idealmente a todas las puertas. Y los vecinos que ahora aparecen quedan, aunque presentes, distantes. Las primeras vivencias tienen el tono de lo auténtico. Y así la ciudad nativa, los moradores de nuestro barrio, los amigos juveniles componen los muros maestros de afectividad. Lo sobrevenido luego, material y humano, nos parece sustitución, lo aceptamos como realidad mimética de la primera. Los nuevos habitadores representan el papel de vecinos, como obedientes a un traspunte burlón. La nueva calle es una calle de usurpadores. Aunque las verdaderas usurpadoras fueron la vida con sus azarosos acaecimientos y la muerte con sus llamadas categóricas.
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9/20/2008
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CALLE DE LA SOLEDAD.
Muchos ibicencos no han recorrido nunca la Calle de la Soledad. Parte de la Plaza de la Catedral y avanza, estrechísima y duramente angulosa, hacia poniente. Va emparejada con la calle del Obispo Torres, pero traspuesta a lo más recóndito de la ciudad vieja. La flanquean, rasando los muros, altas ortigas, y su centro exhibe, entre verdines, las piedras blanquecinas del empedrado antiguo.
La calle tiene un pequeño ensanchamiento, una aspiración de plazuela, entre la pared alta de un jardín y la fachada de un caserón. Allí el sol logra alcanzar el suelo.
Nadie transita la calle; nada altera su paz.
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9/20/2008
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UNA CALLE VIEJA.
Zaguanes hondos, de guijas o enlosados, con alguna pilastra central que recibe dos arcos. Casas de piezas a distintos niveles, con techos antiquísimos: bóvedas de medio cañón; chullados que anchas jácenas cruzan y sostienen. Algún dintel blasonado. Las familias más antiguas de la isla moraron en aquellas calles.
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9/20/2008
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