domingo, 14 de septiembre de 2008

La piedra y la cal.


LA PIEDRA

Compañía constante de la piedra. Piedras rojas de las murallas, grises de los empedrados, negras de los zaguanes, blancas de cal en la tapias desconchadas, amarillas de humedad en los muros del jardincillo, que envuelven el tronco de una palmera.
Calles empedradas de la ciudad vieja. El tiempo desnudó algunos espacios, pero las piedras limadas por los años vuelven a apretujarse y se alejan hacia la revuelta de un callejón o bajan, peldaño tras peldaño, por una escalerilla.

LA CAL

Casa enjalbegadas de la ciudad: los muros, los aleros, la suela de los balcones, las vigas y la jácena que las cruza, la reja que guarda una ventana, la teja que arroja a la calle la lluvia del tejadillo. ¿No hemos visto encalar, perdido el revoque, las piedras sustantivas?.
Con los años se suman manos de cal y los muros engrosan. Los vestíbulos de las casas viejas, de techos altísimos, corrigen su oscuridad con los grandes lienzos encalados. Ved en lo raso la conjunción de muro y suelo: el ángulo se rellenó de cal. Y aun se dilatan por las guijas, como blanca cenefa.

Enrique Fajarnés Cardona. "Lo que Ibiza me inspiró". 1978.

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